domingo, 26 de julio de 2009

Exceso de benevolencia

Las benévolas
De: Jonathan Littel
Título original: Las Bienveillantes
RBA Libros, S.A.
Barcelona, 2007

Cuando esta novela de casi mil páginas se publicó en español tenía tras de sí el premio Goncourt 2006 y el Grand Prix du Roman de l’Academie Française del mismo año. El escaparate y las solapas de la novela venían reforzados con reseñas de alto calibre, como la de Mario Vargas Llosa, quien señaló que “son páginas que quitan el habla” (me pregunto cuánto tiempo estuvo mudo Vargas Llosa después de esta lectura), o la que apareció en Le Monde, periódico que la describió como “uno de los libros más impresionantes que se han escrito nunca”. Otras versiones de medios la compararon con La guerra y la paz. Sin problemas, el lector puede percibir, tras su peso físico, otro menos tangible pero no menos rotundo. El de una casta de mercadeo fulminante, que involucra medios, grandes firmas y atractivas maneras de autor, quien por cierto no recogió el premio Goncourt, de acuerdo con su desprecio por el marketing, según declaró en varias entrevistas.
La novela, en cualquier caso, perturba. No puede ser de otra forma, pues el horror de la empresa nazi toma una forma cruda y directa en cada capítulo de Las benévolas. Terminada la lectura es imposible no preguntarse acerca de recurrencias como la extensión del relato, la disgresión, el artificio, la solidez de los personajes, la verosimilitud de la historia. Más allá de lo literario, en el territorio del libro como objeto, se soslaya la importancia complementaria de la escenificación, el marketing, la propaganda. Y caben otras, de más amplio contexto, en nuestro ultra veloz mundo digitalizado. ¿Vale la pena enfrentarse a su millar de páginas, en los mismos días en que en twitter se descuartizan clásicos por módicas piezas de 140 caracteres? Sin duda. Aunque se abandone la lectura en el primer tercio, donde muchos lectores resienten el golpe de la extensión y la ausencia de lo que Ana Nuño en Letras Libres llama “el pacto ficcional”. A propósito de horrores, valdría la pena ver en qué quedaría Las benévolas twitterizada. En qué quedaría después de una compresión estructural que la sometiera a 20 twitterazos de 140 caracteres. Acaso el horror de los principales nodos de la guerra (que el protagonista de la novela sigue en forzado hilo histórico), sintetizado, resurgiría bajo otro aspecto. A lo mejor saldría a flote una que otra caricatura, escondida por efecto de disgresión en la novela…

2 comentarios:

  1. MAESTRO: ¿PODRÍA PRESTARME EL LIBRO DE LAS BENÉVOLAS?, ME INTERESARÍA MUCHO LEERLO. GRACIAS.

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  2. Claro que sí, Misántropo. En el momento lo está leyendo una diva, será entonces usted el siguiente en la lista.

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